miércoles, 12 de octubre de 2011

Política exterior de Felipe II


Política exterior de  Felipe II.

            La monarquía española de Felipe II es la más poderosa de Europa a pesar de no tener el Imperio Alemán.  Las características más sobresalientes de su reinado son: El imperio se hispaniza y se entra en una fase de intransigencia, sobre todo religiosa.
            A nivel externo los enemigos de Felipe II serán los mismos que los de su padre: franceses, turcos y protestantes.
            Felipe II continúa la política hegemónica de su padre, recogiendo asimismo su ideología religiosa. Aparece por tanto, como el gran adversario de los turcos y del protestantismo europeo; a los primeros se enfrentó en el Mediterráneo, a los segundos en el Norte de Europa. Sin embargo se  desarrollará en unos escenarios diferentes a los de su padre: Francia, ocupada en guerras de religión internas no suponía ahora una amenaza para los territorios italianos de la corona española y Alemania ya no incumbía a la monarquía hispánica. Pero surgieron nuevos problemas: la sublevación de los Países Bajos, que se convirtió en una guerra abierta entre España y los rebeldes holandeses. AL final de este reinado Holanda prácticamente se había independizado.
En el Mediterráneo la unión de España, Venecia y el Papado consiguió derrotar a los turcos en Lepanto (Grecia), poniendo fin así a su supremacía, pero la amenaza turca persistió. Felipe II firmó una tregua en 1581, que se iría renovando de forma sucesiva, con lo que consiguió una cierta tranquilidad en el área mediterránea
La rivalidad con Inglaterra, desde la llegada al trono de Isabel I, será también un nuevo problema, en parte religioso (protestantismo) y en parte económico(rivalidad comercial). El desastre de la “Armada Invencible” puso de manifiesto por primera vez la debilidad de la monarquía hispánica.
Sólo la victoria contra los turcos en Lepanto (1571) y la anexión de Portugal (1580) justificaron el esfuerzo bélico al tiempo que este último episodio permitió a Felipe II convertirse en el titular del Imperio más extenso jamás conocido.
            Pero el imperio no dispuso de unas bases económicas adecuadas que apoyasen la política expansiva de sus monarcas.        La mayor parte de los gastos de la política imperial recaen sobre los reinos españoles, especialmente sobre Castilla.
            El oro y la plata americanos fueron utilizados por los monarcas para pagar a los ejércitos y cubrir los gastos de su política imperial. En ocasiones estas cantidades no fueron suficientes, por lo que tuvieron que pedir prestado a los banqueros o particulares. La Hacienda Pública tuvo que declararse en bancarrota en tres ocasiones en el reinado de Felipe II. Bancarrotas que inevitablemente tuvieron perniciosas consecuencias sobre la economía nacional.